Nasralla condena la manipulación del COVID-19 para restringir protestas en Honduras

En una declaración contundente, Salvador Nasralla, aspirante presidencial del Partido Liberal de Honduras, denunció al gobierno por emplear la pandemia del COVID-19 como un mecanismo de control social. De acuerdo con el candidato a la presidencia, el actual gobierno estaría aprovechando el miedo al virus para inmovilizar a los ciudadanos e impedir manifestaciones en las calles, en un entorno de creciente malestar social.

La afirmación de Nasralla: Utilización del COVID-19 como herramienta de temor

Desde sus redes sociales, Nasralla aseguró que la administración de la presidenta Xiomara Castro está aprovechando la pandemia para disuadir las manifestaciones populares, afirmando que el virus no representa una amenaza mayor que la registrada en otros países de la región. El candidato liberal sugirió que las medidas preventivas, como la obligatoriedad del uso de mascarillas y los anuncios alarmantes sobre nuevas variantes del virus, son en realidad una cortina de humo destinada a desviar la atención del malestar social.

«Actualmente, intentan asustar a la población con el covid-19 para disuadirnos de salir a las calles», afirmó Nasralla, quien también destacó que los números de contagios en Honduras son considerablemente menores que en otras partes de América Latina. Según su perspectiva, el gobierno teme la manifestación del descontento popular, ya que cree que su derrota en las elecciones de noviembre es ya un resultado inevitable.

Respuesta de los grupos de salud y de la población frente a las disposiciones

La denuncia de Nasralla ha generado una amplia discusión pública. En el sector médico, algunos profesionales defienden las restricciones impuestas, argumentando que son necesarias para contener los brotes y proteger la salud pública. Sin embargo, otros sectores de la población, especialmente en las grandes ciudades como Tegucigalpa y San Pedro Sula, han comenzado a cuestionar la verdadera naturaleza de estas medidas.

Mientras algunos aseguran que las restricciones son una respuesta lógica a la situación sanitaria, otros se muestran escépticos y sugieren que la administración podría estar aprovechando la coyuntura para limitar las manifestaciones y la participación ciudadana en un periodo electoral tan crucial.

Una situación política complicada

El reclamo de Nasralla no solo ha generado respuestas divididas en la opinión pública, sino que también ha avivado nuevamente las tensiones entre el gobierno y la oposición. En un ambiente dominado por la falta de confianza institucional, donde las peticiones de unidad y democracia se han opacado por las disputas, el reclamo de Nasralla se integra en una serie de movilizaciones opositoras que persiguen, entre otros objetivos, la protección de la libertad de expresión y el derecho a protestar.

En este contexto, la acusación de que el gobierno está usando el COVID-19 como una forma de control político refleja una creciente desconfianza hacia las autoridades en un momento decisivo para el país. La oposición ha convocado nuevas movilizaciones en defensa de la democracia, mientras que el gobierno, por su parte, insiste en la necesidad de mantener las restricciones para proteger a la población.

El impacto de la denuncia en el clima político de Honduras

El choque entre la aplicación de las medidas de salud y su potencial uso con fines políticos destaca la vulnerabilidad del sistema democrático en Honduras. Aunque las políticas de sanidad pública deben ser tratadas con seriedad, la falta de confianza hacia las instituciones y el gobierno resalta la urgencia de un debate transparente sobre las acciones adoptadas y su justificación en este entorno electoral. Las disputas entre los diversos actores políticos y sociales continuarán influyendo en la agenda del país en los próximos meses, mientras la ciudadanía enfrenta la incertidumbre respecto al futuro de la democracia y la capacidad de gobernar.

By Jaime Navarro